RURAL · PLURAL · CULTURAL
El campo tiene otras canciones, una manera de hablar única que hermana territorio, personas y animales. Nuestros pueblos se vacían a la vez que dejan de oírse. Volver a un ritmo lento, sin prisas, a usar las manos, sentarse con las vecinas y contarse, cuidarnos, compartir experiencias.
Territorio y contexto, comunidad y participación, ecosistema y proximidad, tiempo, intergeneracionalidad y feminismos, bienes comunes, ecología y sostenibilidad medioambiental, tradición y contemporaneidad.
Es preciso naturalizar la diversidad en todas sus dimensiones: social, cultural, de género y generacional. Apostar por la mujer rural. Apostar por la sabiduría de nuestras personas mayores que, conjugada con las inquietudes de las más jóvenes, es indispensable para la reproducción de la vida.
La resiliencia comunitaria, esa capacidad que tenemos de resistir juntas ante situaciones difíciles que se pueden alargar en el tiempo, hemos de fortalecerla cuidando lo común, desarrollando una solidaridad universal que nos ponga en el lugar de la otra persona. La comunidad se forja en la diferencia, en esa capacidad de reconocer en la otra aquello de lo que carecemos y que es necesario para nuestra plenitud.
Cultivar, labrar, cuidar. El arte de saber cultivar las semillas, de esperar el momento adecuado para cada una y de acompañarlas en su crecimiento.
Los conocimientos, ideas, tradiciones y costumbres que caracterizan a un pueblo son nuestra cultura.
El concepto de tradición remite a la transmisión de creencias, saberes, costumbres y formas de actuar que persisten a lo largo de varias generaciones. Pero es en el diálogo entre tradiciones y culturas contemporáneas donde encontramos un espacio esencial y fructífero para la producción cultural.